Aritz Urtubi Matalaz
En un mensaje televisado, el 3 de octubre de 2017, el Borbón avaló la violencia policial del referéndum y prometió «restablecer» el orden constitucional en Catalunya. Y así fue. No solamente cumplió con su promesa, sino que la docilidad del pueblo catalán, entre otros muchos pueblos, llegó al extremo, tres años más tarde, de verlo deambular por las calles con un bozal de esclavo y aceptar ser inyectado en su propio cuerpo con un veneno que va dejando un rastro de muerte y desolación sin precedentes. Todo ello impulsado y arengado por sus propios «líderes», que no solamente traicionaron y estafaron a su pueblo aquel 1 de octubre de 2017 sino que hoy están en primera línea para desintegrarlo, de la mano del Nuevo Orden Mundial al que han adherido, resultando ser alumnos aventajados en la materialización de querer convertir a su propio pueblo en un despojo humano, indefenso y en vías de deshumanización y desaparición.
Junto a la caterva de «líderes políticos» corruptos y depredadores contrastados a nivel mundial, el jesuitismo vasco siendo un claro exponente de ello, lo que otrora eran movimientos de liberación nacional en el país de los vascos y en varios lugares más de nuestro planeta, han aceptado todos ellos, que estamos de sobra en este mundo, incluidos nuestras hijas e hijos de corta edad y como tal actúan a diario sin ceder un palmo de terreno de su empresa terrorista y criminal. Actúan sin piedad, con las espaldas bien cubiertas por los monopolios de violencia, represión y terrorismo mediáticos, educacionales, sanitarios, económicos, judiciales y militares, convertidos -salvo honrosas excepciones- en agentes activos de este genocidio contra la población civil y desarmada a nivel mundial, con pocos visos de que una parte del pueblo concienciado a nivel planetario, sea capaz de frenar el avance de estas hordas criminales en esta guerra tan distópica y cobarde como silenciosa e invisible.
Mientras, el sector de población que se auto considera abertzale y defensor de la libertad del pueblo vasco, que incluiría dar continuación a su Estado, el Estado europeo de Nabarra, calla. Haciendo buena la frase de Albert Einstein en la que afirmaba que el mundo no será destruido por aquellos que hacen el mal, sino por aquellos que lo observan y no hacen nada.