Niko Goienetxea
En recapitulativos, ofrecidos por los diversos medios de desinformación masiva occidentales, éstos se apresuran a describirnos con todo lujo de detalles la distopía vivida bajo el régimen talibán entre los años 1996 y 2001.
Los hechos por los cuales se tildan de distópicas las medidas impuestas a su población en aquellas tierras lejanas, nada tienen que envidiar a las que los occidentales somos sometidos en esta Era covidiana, preludio de la Era de la Ingeniería Social, que algunos llaman Inteligencia Artificial…
Consecuencia de que la gran mayoría de la población vasca no haya sido capaz de percibir la naturaleza delirante y totalmente premeditada de la narrativa «oficial» del Covid-19, la situación -aparentemente sin retorno- ha llegado a unos extremos que a continuación detallamos, según lo que estamos observando.
-Niñas y niños que van a ser sometidos a abusos, de forma permanente, por segundo año consecutivo en centros escolares. Física y sicológicamente dañados, con secuelas irreparables.
-Gente sana a la que el «Estado» -los vascos no hemos logrado dar continuidad al nuestro- intenta hacer creer que está enferma.
-Rastreadores y delatores que acosan a las personas sanas con el fin de encarcelarlas en sus domicilios sin ningún tipo de orden judicial que suelen emitir en estos casos, aparatos judiciales ajenos a este país e inmersos en su cometido imperialista en territorios ocupados.
-Millones de seres humanos bajo prisión domiciliaria durante meses sin amparo jurídico (siempre extranjero), viendo cómo se derrumban sus vidas y sus economías.
-Ciudades ilegalmente sitiadas con imposibilidad de salir de ellas, convertidas en grandes manicomios dentro de auténticos campos de concentración.
-Suicidios por doquier desde la instauración y ejecución de esta narrativa delirante y lesiva proveniente de las «autoridades».
-Personas, hoy ancianas, dejadas a su «suerte» en «centros de la tercera edad» con un resultado de horror y muerte que se intenta invisibilizar. Seres humanos que lo dieron todo para ofrecernos a las siguientes generaciones una vida más digna. Junto a los niños, lo más sagrado y preciado que tenemos.
-Niños, adolescentes y mayores acudiendo en masa a centros siquiátricos, emocionalmente desbordados por los efectos de esta distopía impuesta que estamos viviendo.
-Una población obligada -tanto hombres, mujeres, como niños y niñas- a llevar el burka occidental, es decir, un bozal innecesario que te identifica como esclavo obediente y que, a efectos de salud, te destroza lentamente los pulmones a base de inhalar gérmenes y tu propio CO2, y cerebros, que no reciben el oxígeno adecuado.
-Toques de queda al más puro estilo golpista.
-Huestes armadas, autodenominados policías, intimidando a la población, dando la espalda y contraviniendo sus propias leyes, que se supone, están para velarlas y que las infringen a sabiendas, cometiendo delitos de prevaricación y abuso de poder. Delitos, que cómo su nombre indica, es específico de los delincuentes.
-Aviones comerciales y militares soltando sospechosas estelas de producto desconocido, en vuelos continuos y visibles desde nuestras ciudades. Estelas de enormes proporciones que quedan suspendidas en nuestros cielos. Algunos lo llaman «cambio climático»…
-Caza al humano para inyectarle un experimento no testado previamente, carente de seguridad alguna y por lo visto, de gran eficacia para su cometido: lisiar al género humano. No piensan ni tan siquiera «indultar» a los recién nacidos.
-Cobrar -los emporios farmacéuticos que no son otra cosa que el brazo ejecutor de una Élite que ordena- por medio de nuestros impuestos y subidas de precios a todos los niveles, sus millones de vacunas a un precio suficiente como para tener comprados a todos los que colaboran de forma activa con la versión «oficial», única tolerada y difundida masiva y engañosamente.
-Segregación humana entre obedientes al culto totalitario y gentes reflexivas que intentan ejercer la libertad, por medio de códigos QR que les son incrustados a los primeros, y de esa manera, lograr colocarnos unos contra otros, para que no nos pongamos todos contra ellos. Este desastre alcanzará su plena dimensión cuando los medios de propaganda del régimen imperialista, fascista y totalitario azucen a las masas de gente vacunada en contra de la gente sana no vacunada, con el pretexto perverso de que los no vacunados son los responsables de la situación y son agentes infecciosos que suponen un riesgo letal para los vacunados. La mentira, el cinismo y el delito elevados a la máxima potencia. Con el agravante de que una persona vacunada y azuzada por el Régimen Covidiano, difícilmente «soportará» que una persona libre cuestione lo que él aceptó sin razonar.
-Los unos «auto condenados» a ser cobayas y a enfrentar una inoculación experimental con sus impredecibles consecuencias y los segundos, condenados a desaparecer civilmente, antesala de su desaparición física si no se arrodillan ante el Nuevo Orden Mundial.
Nunca nos hemos considerado, en la práctica, como ciudadanos sino como seres soberanos. Y como tal actuaremos, ante una Elite cobarde, prepotente y eugenista, que desprovista de dinero y de sicarios de todo pelaje y profesiones, no sería nada.