El significado de la abstención en territorios ocupados

Aritz Urtubi Matalaz.
El hecho de persistir en querer relacionar elecciones ilegales y extranjeras con un término legal y legítimo como es la abstención -por mucho que se quiera edulcorarla con la coletilla de «activa»- es una prueba más de nuestra incapacidad, como pueblo, para salirnos de la lógica del ocupante y a la vez, cerrar el paso a un pensamiento político basado en la centralidad propia. No es una simple cuestión semántica sino que su uso, en una situación de ocupación y colonización, encierra una profunda carga política, que de seguir produciéndose, nos debilita. Va siendo hora de sustituir términos trampa de nuestro léxico y utilizar la terminología correcta que sitúe las coordenadas de nuestro enfrentamiento con las fuerzas de ocupación en su punto exacto. Sustituir el término abstención por obstaculización sería más adecuado, responde a las necesidades reales e identifica la finalidad de la acción frente al elemento matriz que nos impide desarrollarnos como pueblo libre.
Otro término que pudiese complementar este primero aquí mencionado es desabastecer, entendiéndolo como el desabastecimiento de toda legitimidad en relación con la presencia de las fuerzas de ocupación en los territorios ocupados de Nabarra. Una consigna aparejada a la situación actual que nos toca enfrentar bien podría ser: «Frente a las elecciones ilegales y extranjeras convocadas, determinadas, condicionadas, controladas e impuestas por las fuerzas de ocupación en nuestros territorios, desabastecimiento total de su legitimidad y presencia, dejando sus urnas vacías de votos nabarros.»
Obstaculizar sus procesos electorales no acudiendo a ellos y desabastecerlos de toda legitimidad dejando sus urnas vacías en contra posición a abogar por la abstención, no son palabras diferentes para decir la misma cosa. El imperialismo asume, asimila, reconduce y reintegra dentro de su sistema la acción en sí si ésta es presentada como mera abstención -por muy activa, masiva o política que pretendamos presentarla- visto que es una eventualidad que ellos contemplan y que tienen registrada en su «catálogo», más y cuando son ellos los precursores y quienes nos «conceden» dicha posibilidad, que en ningún caso pone en peligro su presencia en nuestros territorios, si se da en los términos acuñados por ellos mismos.
Los imperialistas presentarán -siempre- este acto de resistencia y de deslegitimación como una simple opción a la cual tenemos derecho -visto que «vivimos» en ese «Estado de derecho»- siempre y cuando les sigamos haciendo el juego y aboguemos por presentar nuestra acción como mera abstención, con todas las coletillas que le queramos añadir. Desde ese momento, ellos conseguirán difundir la imagen de que parte del pueblo español ha ejercido «libremente» su derecho a abstenerse, consiguiendo de esa manera invisibilizar por un lado, la misma existencia del pueblo vasco y por otro, el carácter estratégico de la acción en sí misma llevada a cabo por quienes tenemos como objetivo dar continuidad a nuestro ente estatal propio, el Estado europeo de Nabarra. Mientras tanto, la comunidad internacional lo tendrá fácil para ignorar y silenciar ese acto de resistencia, visto que los mismos resistentes se han encargado -de ante mano- de homologar su acción en los estándares «democráticos» del Estado ocupante.
Unos pueden realizar, supongamos, cortes de carretera en todo el país en protesta por el cambio climático y otros, como una ofensiva que ponga en jaque a las fuerzas de ocupación con el fin de hacerse con el control del territorio. La acción, en ambos casos es idéntica pero el significado y las consecuencias no son los las mismas. La motivación y el objetivo -táctico dentro de una estrategia- difieren totalmente.
 Con la abstención pasa exactamente lo mismo. El hecho de no acudir a las urnas colocadas por el imperialismo puede ser una «respuesta de inconformidad», dentro de su legalidad -la abstención-, o desbordando y anulando su legalidad -la insurrección-. La acción, en uno u otro caso, es idéntica pero la forma de presentarla y su finalidad alteran radicalmente sus efectos.
 La abstención, forma pasiva de presentar la acción -que incluye de por sí la previa aceptación de la colocación de sus urnas- será recuperada sin ningún tipo de dificultad por parte del imperialismo.
En la obstaculización, desabastecimiento de su legitimidad o insurrección, las fuerzas de ocupación se enfrentarían a un obstáculo incontornable y a una oposición estratégica que pondría en peligro su propia presencia en los territorios sublevados con el agravante -para ellos- de no poder revertir la situación creada por el pueblo ocupado que ha determinado de esa manera, sustituir el poder establecido por el suyo en base al desarrollo de una estrategia propia.
Existen también voces que propugnan por la no colaboración con las fuerzas de ocupación que sin embargo nos indican que no hay que hacer un absoluto en cuanto a deslegitimarlas, donde cabría la posibilidad de ser cómplices de su presencia en nuestros territorios participando eventualmente de sus elecciones ilegales siempre y cuando sea para «crearles» contradicciones, utilizando «el tacticismo» y sus propias armas para erosionarlos.
Pero la realidad de estas vanas ilusiones que producen, producirán y reproducirán amargas desilusiones es que estas actitudes están fundadas en la sub-valoración de lo que significa en sí mismo el desarrollo de una estrategia propia. En este punto nos parece interesante rescatar unas reflexiones de Federico Krutwig sobre este tacticismo carente de estrategia donde venía a decir que son fruto de un tacticismo mal entendido donde subsiste la predilección por la simple actividad táctica pero siempre dentro de la estrategia del enemigo en detrimento de una estrategia propia donde el riesgo de perder batallas tácticamente debe valorarse aún más que ganarlas dentro de la estrategia del otro. Las guerras, precisaba, se ganan por estrategia y aun pudiendo ganar casi todas las batallas tácticamente, se puede perder la guerra. Lo importante, apuntalaba, reside en saber llevar a cabo las actividades estratégicas -determinar el cuándo, el como y hacia quienes debemos lanzar la ofensiva desde una centralidad propia- y saber combinar a la vez, las victorias y las pérdidas tácticas con el propósito de encaminar la victoria hacia la estrategia propia de forma que el enemigo pierda la iniciativa. Nosotros añadiremos que si se lograse que perdiesen la iniciativa se verían obligados a replegarse e interiorizar su desventaja y pérdida de la posición adquirida ante un sujeto político que se afianza en las parcelas que ha conseguido recuperar, desalojando a quien hasta entonces ejercía el domino sobre ellas.
Dicho de otro modo, no ser conscientes de que existen líneas vitales que no se deben franquear bajo ningún concepto es el equivalente a cargarse los principios estratégicos, sin los cuales no existe ni táctica ni estrategia sino pura cháchara hueca y charlatanismo que se pretende «político».
Esa posibilidad política a la cual aluden los que proclaman que no hay que caer en los absolutos, es dejar entre abierta siempre la posibilidad -convertida en pretensión- de que el imperialismo se «deje engatusar» por las buenas artes de una dirección política de tal nivel que utilizaría las herramientas que éste último les proporciona para derrotarlos sin que tuviesen margen de reacción y no tomasen medidas para retirar dichas herramientas de la «circulación» y de paso, a los mencionados líderes, para sustituirlos por otros de su conveniencia, como cíclicamente se ha producido en este país.
 Lo dicho, puro charlatanismo político -encubierto de realismo político y envuelto a su vez, de ética de responsabilidad que desecha cualquier otro camino por considerarlo convicción pasional que antepone el deseo a la realidad- que lo único que busca es un espacio de comodidad e inactividad operativa dentro de una supuesta oposición y resistencia a las fuerzas de ocupación.
Tanto los que nos llaman a participar de unas elecciones destituyentes a todas luces, como los que abogan por la abstención o los que ven margen de «maniobra» dentro de los parámetros del imperialismo en un momento dado, de lo que realmente adolecen es de la determinación en querer llegar a entender que la independencia sólo se puede lograr desafiando poderosas fuerzas dominantes, emancipandonos por nosotros mismos, con nuestros propios esfuerzos y nuestros propios recursos y desde la sustitución de su poder por el nuestro, ejerciendo la soberanía propia desde la unidad y la independencia inmediata.
El derecho inherente e intransferible de autodeterminación no contempla ningún compás de «obligatoria soberanía compartida transitoria» sino su ejercicio inmediato e incondicional.

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